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Mostrando entradas de diciembre, 2017

La primera noche de invierno

Dijo Italo Calvino que tuvo que escribir el inicio de esta novela diez veces. No porque no se inspirase, sino porque el guión mental que exigía la estructura de su obra requería de un lector de novelas imaginario que "por vicisitudes ajenas a su voluntad, no consigue acabar". Suelo empezar esta novela la primera noche del invierno. Lo llevo haciendo años.  No la acabo de leer nunca para  empezarla de nuevo  cada primera noche del invierno que se estrena. Y la sensación es la de empezar un nuevo viaje cada 21 de diciembre. Cada año recuerdo las sospechas, las sensaciones, las manías, los miedos o las reservas al comenzar, otra vez, Si una noche de invierno un viajero . Porque cada año el mantra del inicio es purificador: "estás a punto de empezar a leer la nueva  novela de Italo Calvino, relájate. Concéntrate. Aleja de ti cualquier otra idea. Deja que el mundo que te rodea se esfume en lo indistinto. La puerta es mejor cerrarla; al otro lado siempre está la televis

¿Procés 2.0?

Fotografia: Fernando Capdepón El jueves la ciudadanía catalana vuelve a las urnas. Ya sé que les cansa. Eso también dicen los vecinos de al lado en el último sociómetro elaborado en Euskadi. Preguntados sobre qué sentimientos les produce el procés , mayoritariamente contestan que   incertidumbre y aburrimiento. Porque no ver resultados decepciona. Y es que si el 1-O se planteó como un referéndum épico, el 22-D puede amanecer distópico. Todo apunta a un gobierno imposible polarizado entre unionistas e independentistas. Algo por lo que el PP brindará con cava. Porque en esa tensión le va la vida. ERC ganará, pero   los Comuns serán decisivos. Y cualquier decisión les pasará factura y fractura. Pero lo más importante es analizar los escenarios que se configurarán. Una victoria del independentismo inaugurará el Procés 2.0. Y entraríamos así en la segunda versión del bucle. De ese bucle, los independentistas creen que se sale airoso si: Europa se harta del recorte de derechos po

La otra desconexión

¿Qué extraña pulsión nos hace contestar un email o un whatsapp a las cinco de la madrugada, en medio de la noche? ¿Qué nos hace estar en permanente tensión y contacto, en pie de guerra, sin tregua, a todas horas, sea de día   o de noche, en el cielo o el infierno, en las cimas, en medio de una cena, mientras nos besamos, sea aquí o en el Kalahari? ¿ Qué nos ha pasado que la vida es imposible sin estar conectados, sin sentir el fogonazo vibrante de nuestro móvil, sin responder de inmediato a las órdenes que nos llegan cada cinco minutos? ¿Qué nos ha pasado a gentes que nos creímos dueños de cada acto sublime y cotidiano   de nuestras vidas?   ¿Qué nos ha ocurrido para sucumbir ante el imperativo digital, ese que ya sólo pregunta dónde estás en vez de cómo estás? Sé que esto se lo plantean, porque es abrumador. Que lo han pensado, dado vueltas y más vueltas. Quizás hayan pensado en la insumisión digital. O quizás lo hayan dejado por imposible. Como una derrota merecida de nuestro

¿Tornarem?

El alcalde convocó a los socios de gobierno municipal. Llevaba tiempo con un extraño run run. No sabía identificarlo pero silbaba en cada conversación, en cada pasillo. Como un eco inquietante. Él era especialista en echar la vista atrás y sabía cómo se comportaba el tiempo. No en vano era historiador. Por eso quiso situar a la ciudad en el centro de la narración. Pero a veces, las ciudades se convierten en abstractas u hostiles. De esa ecuación nacía aquel run run. Él había renunciado a muchas cosas. Y caído en no pocas contradicciones. De palabra, obra y omisión. Como un servidor. Sabía que gobernar una ciudad requiere no solo de ideología, que también, sino de un plan y mucha habilidad de gestión. Y esa gestión, en aquel postcapitalismo estético y compulsivo, exigía cintura. Para sortear las trampas del capital del que, en principio, él renegaba. Lo sabía, sí, pero el tiempo se comportaba de otra manera. Porque gobernar la ciudad no consiste solo en arreglar las grietas del