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Ruido



Ahí fuera hay mucho ruido. Pareciera que todos viviéramos acelerados en busca de una nostalgia insatisfecha. Y a plena luz, solo queremos que llegue la noche. Para sentir la paz de los ahogados. Ahí fuera, el ruido nos inflama y obliga a despejar mil ecuaciones imposibles. Algunos incluso han perdido la voz y no pocos la  cabeza. Otros proclaman  un inconfesable agotamiento. Y en otros lugares, donde se mece un mar de azules balcánicos, mucha gente se imagina muriendo de la enfermedad más noble y romántica. Pero también les diré que mientras tanto, muchos menesterosos siguen sosteniendo sus vidas buceando en los contenedores de basura.
Y sí. Esto tiene que ver con Catalunya. Y  con el golpe de Estado travestido de constitucionalismo de saldo. Me dirán que están cansados, hartos. Que, salvo los iluminados, desconocen cómo resolver este endiablado jeroglífico político. Porque los medios han convertido a las víctimas en verdugos y viceversa. Porque se ha performatizado un conflicto político en un circo informativo muy rentable.
            Llevo cuatro columnas escribiendo de lo mismo. Haciendo filigranas para evitar el desasosiego. Podría haber hablado del nuevo Parlamento Joven de Navarra, una experiencia pionera en el Estado que empieza mal. Porque incumple la representación paritaria de sus miembros. De treinta personas solo ocho son mujeres. Y esa disparidad me lleva a pensar en la ausencia real de mujeres en el procés. No me digan que ya están Colau y Gabriel. Ellas son concebidas como anomalías y por ello han sido estigmatizadas y  excepcionalizadas. Y es que el género, como categoría social de relación y poder, está ausente del procés. Porque el feminismo catalán, líder de tantas  aspiraciones, no ha tenido arte y parte en la construcción de esta frágil Republica. Y eso demuestra que los proyectos políticos patriarcalizados abusan del ruido pero ignoran los sueños de las mujeres.

 Este articulo se ha publicado en Diario de Noticias



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