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Ara Malikian, el mago de las cuerdas flotantes

Este hombre, con aspecto de jesucristo cacereño, pareciera tocado por una gracia especial. Una magia que emerge  de una sensibilidad desbordada. Un hombre que transmite  pasión y arte en cada movimiento de su cuerpo pegado a un violín sobre su hombro izquierdo, como una chepa de una enorme belleza. Un cazador de instantes transformados  en sonidos. Ara Malikian es un inmenso artista sobre el escenario, un monoliguista, un cuentista, un relator, un cómico que juega con las conversaciones, inventadas o no, un narrador que consigue que su música infinita te llegue y te lleve a esos espacios donde solo el arte puede llevarte, a los recónditos escenarios de la belleza. Y que quieras quedarte allí para siempre. Hasta que cielo se despierte como un relámpago de luz.
En Pamplona, el pasado 1 de julio, Ara Malikian ofreció lo mejor de si mismo en compañía de una banda descomunal, uno de los repertorios más trabajados a los que este violinista sin tejado nos tiene acostumbrados. Un concierto que mostró a un hombre que cumplía una máxima de la poetisa estadounidense Elle Hheeler Wilcox: "Hay dos tipos de personas  en la Tierra, aquellas que se elevan y aquellas que se inclinan", este hombre pertenece a la primera, se eleva y te eleva hacia un universo que visto a través de sus ojos, tiene una muesca. La que Ara Malikian le hace con su violín cada vez que un escenario se abre de par en par.



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