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La pena

Vizcay, ex gerente de Osasuna. Foto: Naiz




Vean a este hombre abatido. Tumbado sobre la sombra de sí mismo. Ignoro qué ha hecho. Sale de un  Juzgado tras declarar por supuestas irregularidades en el club del cual fue gerente, Osasuna de Pamplona  Fíjense en su aspecto demacrado, en su caída de ojos, en la tristeza infinita que desplaza, en la pesadez de su cuerpo dominado -posiblemente- por el miedo, la angustia y la ansiedad. Y quizás también por el pánico de verse acusado, quizás,   de algo muy serio. Algo que le puede cambiar la vida. Sean capaces de meterse en sus pensamientos, en sus miedos, en sus  reflexiones. Ignoro qué ha hecho. Quizás hasta les diga que tampoco me importa. Que solo me importa ese miedo, un miedo brutal, astral a perder el control de tu vida que gira vertiginosamente sobre un abismo oscuro, el del futuro imperfecto. Quizá lo peor de una acusación fundada o infundada sea ese momento en que empiezas a penar de miedo, a sentirte ajeno al que eras antes de ser acusado de un delito. Quizás ese sea el sentido de la pena, empezar a penar de pena, de miedo, de angustia. Quizás este hombre a estas horas esté deseando enterrarse en el llanto de los hombres, hacer con cada lágrima derramada una sepultura. 

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