Ir al contenido principal

Trayecto en negro



Durante un trayecto en autobús, mientras la ciudad caía derrotada a los pies de una lluvia intensa y envenenada de grisura, tuve un fogonazo de melancolía. Me acordé de una amiga que  no hacía mucho había muerto. Enfrente de mi asiento viajaba un joven mayor, tendría unos cincuenta años. Bajo su gorra calada percibí el acecho inmisericorde y despiadado de la muerte. En el cristal mojado del autobús se reflejó una guadaña amenazante. Sentí un escalofrío por encima del frío reinante. A la altura del cogote me silbaron unos ángeles  que me asustaron.  El joven viejo me miró,  y pareciera disculparse por el peso que llevaba encima. Un peso muerto. La luz se iba apagando y recordé un texto de Vicente Verdú. En su libro "La Ausencia" hay un capítulo dedicado a los que han muerto. Estaba allí, enfrente de mi congoja. Y me volví a acordar de Belén: "Como no hay presencia absoluta del otro, objeto o sujeto, no hay ausencia completa, ni siquiera tras su extinción. Por muy pura y efectiva que sea". Mi amiga estaba allí, transubstanciada en el viejo joven que me miraba. Y volví a acordarme del texto de Verdú: " Como en los solares devastados, la ausencia crea cosmos sin confines y manifiesta, sin darse a conocer, una fuerza superior que abate"
Llegué a mi destino completamente exhausto creyendo en la urgente necesidad de un armisticio con nosotros mismos. Seguía lloviendo, como si el agua quisiera apoderarse de aquella ciudad rendida a  una tarde llena de  melancolía.


Comentarios

Entradas populares de este blog

El circo de Lodosa

Hay muertos que no buscan a sus asesinos. Ni siquiera se buscan a sí mismos. Solo quieren saber si queda alguien que les eche en falta. Porque hay muertos que no son de nadie. Son los más amargos. Porque siguen sin morir del todo. Ocurrió en Lodosa. En La Plazuela. Eran la seis de la tarde del 18 de julio de 1936. La plaza olía a circo. Pero también a sangre y a moscas. Algunos ya sabían que el futuro se acababa allí. A esa hora. Otros prefirieron buscar dónde matar el calor de una tarde sangrienta. Y allí estaba el circo para sonreírle a un verano bastardo: el Circo Anastasini. Un circo procedente de Ceuta regentado por un italiano, Aristide Anastasini. En el circo había un elefante viejo y caballos y payasos,   y una niña amazona llamada Joana que cabalgaba un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había moros y negros y malabaristas de Madrid y payasos italianos y magos y funambulistas franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorados de

Mario Gaviria, de trago largo y coito corto

Mario en 1998 un café de Madrid, con 60 años. Foto: Miguel Gener Quizás, para mucha gente, Mario Gaviria, fue un desconocido. Ese ribero de Cortes, sociólogo para mas señas y arquero del primer ecologismo navarro, falleció el pasado sábado a punto de llegar a los 80. Él cumplió con aquello de no ser profeta en su tierra. Quizás no supo tomar las precauciones necesarias para ser un mal comprendido. Y es que mientras el viejo régimen de UPN gobernó esta Comunidad, este alumno de Henry Lefevre, antiguo consultor de las Naciones Unidas en África, autor de 40 libros y Premio Nacional de Medio Ambiente en 2005, fue sistemáticamente invisibilizado. Quizás por eso miró a Zaragoza, donde trabajó intensamente en proyectos urbanísticos y medioambientales como la traída del agua del Pirineo para abastecer la ciudad o el diseño del barrio de viviendas sociales y ecológicas del Parque Goya. Mientras tanto,   aquí se le negaba el reconocimiento que él nunca buscó. Hasta que en 2006, el Colegio d

Ego, las trampas del juego capitalista

"Es hora de pensar en una vía de salida, de nuevos modelos altruistas y de colaboración que no conviertan cada uno de los aspectos de nuestra vida en una ecuación matemática". Porque la codicia y el juego son estímulos suficientes para el juego d ella vida.  Conjuguen esta lectura con la serie, Juego de Tronos y verán como lo que nos mueve, en una u otra dirección es el miedo. Como dice Jesús Aller " Nadie entiende lo que ocurre y los políticos que están a cargo del asunto se refugian en clichés:  “No hay alternativa” ,  “Si fracasa el euro, fracasa Europa” . La realidad es que han perdido el control, porque lo que se despliega son simplemente las estrategias de una guerra no declarada entre los estados y las entidades globalizadas del mercado financiero, que actúan simbióticamente con el gobierno de Estados Unidos. La última crisis no fue en este sentido una situación excepcional, sino una batalla más del conflicto.   Los políticos aceptan que en este enfrentamient